El nevus azul (nevus azul de Jadassohn-Tièche, neuronevus azul, melanocitoma dérmico) es una neoplasia benigna de la piel con un color característico de azul a azul oscuro. La aparición del nevus azul suele observarse durante la pubertad, pero puede aparecer a cualquier otra edad (incluso ser congénito). La multiplicidad es poco frecuente. Por sexos, los nevus azules se observan con más frecuencia en mujeres que en hombres.

Factores predisponentes

No existe una razón clara para la aparición de nevus azules. Sólo cabe hablar de factores predisponentes que, en mayor o menor medida, pueden aumentar el riesgo de neoplasias:

  • Factor genético: la aparición de nevus azules puede deberse al genoma humano;
  • Radiación ultravioleta: la radiación ultravioleta artificial o solar provoca una reproducción más rápida de las células nevoides y una producción excesiva de melanina (pigmento cuya acumulación se observa en los nevus);
  • Cambios hormonales: las fluctuaciones hormonales en el organismo (especialmente las hormonas sexuales, tiroideas y suprarrenales) pueden afectar a la aparición de nuevos nevus y al crecimiento de los ya existentes;
  • La radiación ionizante, las enfermedades víricas y las lesiones también pueden provocar la aparición o el crecimiento de nevus azules.

Diagnóstico

El diagnóstico de los nevos azules se basa en un examen clínico, que incluye una exploración rutinaria de la formación y una dermatoscopia. Si se sospecha un crecimiento maligno, puede realizarse una biopsia.

Síntomas

En la inspección visual del nevus azul se determina una mancha o un nódulo ligeramente elevado. Lo más frecuente es que la formación sea simétrica (oval o redonda, a veces en forma de huso). La superficie del nevus puede tener una textura de piel ordinaria, un patrón de piel lisa (hasta una superficie brillante) o tuberosidad (nevus grandes, de más de 10 mm de diámetro).

Los bordes del nevus azul son difusos (borrosos), pero suelen ser lisos. En raras ocasiones puede observarse un borde irregular en formaciones de gran diámetro (signo desfavorable). El color del nevus azul varía de azul a azul oscuro (incluyendo tonos gris-azul, azul-marrón), que se asocia con una profunda aparición de pigmento en la piel. En la distribución del pigmento por formación, se observa una disminución gradual de la intensidad del color en la dirección desde el centro hacia la periferia; en nevos grandes, puede haber heterogeneidad del color en toda la zona, manchado (policromía).

El vello suele estar ausente, a veces puede observarse en la periferia.

Las dimensiones del nevus azul no suelen superar los 10 mm. El crecimiento es lento. Las formaciones de más de 1 cm son muy raras (nevus de células azules).

A la palpación de un nevus simple, no hay rasgos: la consistencia de la piel ordinaria o algo más densa (formas grandes y salientes sobre la piel). Las sensaciones subjetivas están ausentes.

Las neoplasias se localizan principalmente en el tronco, las extremidades o el cuello, raramente en la cabeza. La localización típica del nevus de células grandes es la región sacro-glútea.

Descripción dermatoscópica

Con la dermatoscopia del nevus azul se visualiza lo siguiente:

  • Simetría;
  • Ausencia de límites claros;
  • Disminución gradual de la intensidad del color desde el centro hacia la periferia;
  • Pigmentación homogénea sin estructura de color gris-azulado (consecuencia de la aparición de melanocitos en las capas papilar (gris) y reticular (azul) de la dermis);
  • La policromía, la heterogeneidad del color, los vasos y los glóbulos son signos poco frecuentes de los nevos azules.

Diagnóstico diferencial

El diagnóstico diferencial se realiza con neoplasias como:

  • Hiperpigmentación postinflamatoria;
  • Melanocitosis dérmica congénita;
  • Nevo pigmentado (simple o papilomatoso);
  • Hemangioma;
  • Nevus de Spitz;
  • Nevus displásico;
  • Melanoma.

Riesgos

En la mayoría de los casos, el nevus azul es seguro. Sin embargo, en comparación con el nevus pigmentado simple, el riesgo de melanoma en el fondo del nevus azul es ligeramente superior: menos del 1% y del 3%, respectivamente. Signos de una posible malignidad: un cambio en la apariencia, la aparición de sensaciones subjetivas.

Táctica

En ausencia de efectos perjudiciales sobre el nevus azul, cambios en su aspecto y sensaciones subjetivas, basta con autocontrolarse (o inspeccionarlo con ayuda de otras personas en zonas inaccesibles) al menos una vez al año. Si se han producido daños mecánicos en el nevus, su irradiación activa con radiación ultravioleta o ionizante, así como si se observan cambios en el propio nevus o aparecen sensaciones antes ausentes, es necesario consultar a un dermatólogo u oncólogo.

El especialista determina la posibilidad de un seguimiento dinámico posterior (los plazos se determinan individualmente) o se dan indicaciones para la extirpación del nevus dañado. Es necesario extirpar aquellos nevus que están sometidos a traumatismos constantes y crónicos con la ropa, las joyas o debido a las características del empleo profesional.

En el caso de la observación dinámica, es de gran valor la fotofijación de las neoplasias cutáneas, que posteriormente determinará incluso pequeños cambios en el aspecto del nevus.

Los pacientes con nevus azul en la piel se someten al examen de un dermatólogo u oncólogo en primavera y otoño (antes y después de la temporada de playa). También se recomienda realizar un mapeo de las neoplasias cutáneas, lo que simplifica enormemente la observación posterior, la búsqueda de nuevas formaciones o cambios en las ya existentes.

Tratamiento

Únicamente quirúrgico (clásico, con bisturí eléctrico o radial) con examen histológico obligatorio.

No se recomienda el tratamiento del nevus azul con métodos destructivos (extirpación con láser o criodestrucción).

Prevención

La prevención de la aparición de nevus y su malignización consiste en una actitud suave y cuidadosa con la piel:

  • Limitación de la radiación ultravioleta (cama bronceadora, bronceado solar);
  • El uso de cremas protectoras durante los periodos de sol activo;
  • Exclusión de traumatismos cutáneos crónicos;
  • Limitación o exclusión de radiaciones ionizantes, riesgos laborales;
  • Cumplimiento de las medidas de seguridad cuando se trabaja con factores que dañan la piel;
  • Higiene personal y conocimiento básico de los tumores cutáneos.

También se requiere un examen periódico de los nevus azules, la consulta oportuna a un especialista en caso de cambios externos y la extirpación de las neoplasias potencialmente peligrosas.