La varicela es una enfermedad muy contagiosa que infecta hasta al 90% de los niños. Los síntomas son fatiga, fiebre y pérdida de apetito, seguidos de una erupción roja con pápulas y vesículas que pican. El tratamiento suele centrarse únicamente en reducir la intensidad de los síntomas acompañantes.
La varicela suele ser leve y desaparece por sí sola en los niños sanos. Sin embargo, esta enfermedad puede asociarse a un alto riesgo de complicaciones en lactantes o en niños y adultos con sistemas inmunitarios comprometidos.
La varicela está causada por el virus varicela-zóster, que pertenece a la familia de los herpesvirus.
El virus se transmite por gotitas en el aire o por contacto directo con el líquido de las ampollas de una persona infectada. La enfermedad suele propagarse al toser y estornudar.
La enfermedad afecta al grupo de edad de cinco a nueve años, pero con el aumento de la popularidad de los centros para niños pequeños, la varicela es ahora más frecuente en niños en edad preescolar. El mayor riesgo de infección se da en las estaciones de invierno y primavera.
Un episodio de varicela confiere inmunidad de por vida frente a la reinfección. Sin embargo, el virus permanece en el organismo de por vida y puede reactivarse años después en forma de herpes zóster. El herpes zóster puede aparecer a cualquier edad, pero es más frecuente en adultos mayores de 60 años.
Signos y síntomas
Los síntomas iniciales de la varicela incluyen fatiga, fiebre leve, falta de apetito y malestar general. A esto le sigue rápidamente (normalmente en 24 horas) una erupción roja que suele aparecer primero en el pecho y/o la espalda y luego se extiende a la cara, el cuero cabelludo, los brazos y las piernas.
Al cabo de 12 a 48 horas, la erupción se convierte en pequeñas manchas rojas. A continuación, se convierten en ampollas amarillas llenas de líquido, que revientan y se secan a los 3-4 días de la aparición. Pueden aparecer varias manchas de siembra en 4-5 días. Las manchas provocan picor, que puede ser muy intenso. Pueden aparecer en todo el cuerpo, incluida la boca y los genitales. Algunas personas pueden tener sólo unas pocas manchas, mientras que otras tienen cientos.
Los síntomas empiezan a aparecer entre 10 y 21 días después de la exposición al virus. La recuperación completa de la varicela suele tardar entre 7 y 10 días tras la aparición de los primeros síntomas.
Diagnóstico
El diagnóstico de la varicela suele basarse en los síntomas, en particular la presencia de la característica erupción roja con picor y la presencia simultánea de distintos tipos de lesiones. Para confirmar el diagnóstico, es imprescindible consultar a un especialista en enfermedades infecciosas. Los análisis de laboratorio de muestras de sangre y erupciones cutáneas pueden confirmar la varicela.
En ningún caso se puede ignorar la visita al médico, ya que la varicela puede tomar un curso grave con el desarrollo de complicaciones serias hasta poner en peligro la vida.
Tratamiento de la varicela
La varicela en los niños, en ausencia de otra patología concomitante, no suele requerir un tratamiento especial. Basta con una cuidadosa observación dinámica. El tratamiento sólo se prescribe en caso de deterioro del estado general de salud y de progresión activa de las erupciones.
A las personas de alto riesgo, incluidas las personas con sistemas inmunitarios debilitados y las mujeres embarazadas que aún no son inmunes al virus de la varicela, se les pueden recetar medicamentos antivirales como el aciclovir o la inmunoglobulina varicela-zóster. La finalidad de este tratamiento es reducir la gravedad de la varicela y el riesgo de complicaciones. Sin embargo, el efecto del nombramiento de tales fármacos sólo se puede observar si la administración se inicia tan pronto como sea posible después de la infección con el virus de la varicela.
Las personas con varicela deben permanecer en casa hasta que dejen de ser infecciosas.
Además del tratamiento antivírico especial, también puede prescribirse una terapia de apoyo, que incluye:
- Antipirético (en caso de aumento de la temperatura corporal);
- Analgésico (en presencia de síndrome de dolor);
- Eliminar el picor con lociones especiales como calamina o antihistamínicos;
- En caso de daños en la cavidad bucal – ahorrar alimentos y refrescos, debe evitar los alimentos salados y los cítricos;
- Para reducir el riesgo de infección de las úlceras, es necesario cortar las uñas de los niños en breve, lavarse las manos a menudo con jabón antibacteriano y tratarlas con un antiséptico. También hay que evitar rascarse y dañar los elementos de la erupción;
- La ropa debe ser ligera y holgada para reducir la fricción y el riesgo de traumatismos adicionales en la erupción;
- Eliminar el sobrecalentamiento de la piel, lo que es especialmente importante para los niños en los primeros años de vida;
- Reposo, bebida abundante y buena alimentación.
Complicaciones
Aunque la varicela suele ser leve y desaparece por sí sola, a veces pueden producirse complicaciones graves que requieren una intervención médica más activa, hasta llegar a la hospitalización.
La complicación más frecuente es la aparición de una infección cutánea bacteriana. En estas situaciones, puede ser necesaria una terapia antibiótica.
Otras complicaciones graves (pero más raras) son la neumonía, la sepsis y la encefalitis (edema cerebral).
En las mujeres embarazadas, la varicela puede causar anomalías fetales, bajo peso al nacer. Esto ocurre si una embarazada autoinmune contrae la varicela entre las semanas 8 y 20 de gestación. Por ello, los niños con varicela deben aislarse de las embarazadas y los recién nacidos hasta que dejen de ser infecciosos.
Las personas con sistemas inmunitarios debilitados, como los seropositivos, los receptores de trasplantes o los niños con leucemia, también son propensas a sufrir complicaciones graves por la infección de varicela.
Prevención de la varicela
Una persona con varicela es contagiosa 1-2 días antes de que aparezca la erupción por primera vez y durante unos 5-10 días después de que se hayan formado las últimas costras.
La naturaleza del periodo de contagio hace que sea muy difícil prevenir la propagación de la enfermedad. No obstante, los niños deben permanecer alejados de guarderías, escuelas y lugares públicos mientras sean infecciosos. Los adultos con varicela que trabajen con niños también deben permanecer en casa.
La mejor forma de prevenir la varicela es con una vacuna. Una dosis de la vacuna proporciona aproximadamente un 99% de protección contra la varicela grave y un 80% de protección contra la varicela de cualquier gravedad. La vacunación puede prevenir o reducir la gravedad de la varicela si se administra en los 3-5 días siguientes a la exposición.